viernes, 15 de octubre de 2021

EL CUIDADO DE LAS PLANTAS. TIERRA, AGUA, AIRE, FUEGO.

Plantas en flor.
Las plantas, como todo ser vivo, ya sean ornamentales o de huerto, desarrollan unas funciones vitales cuyo funcionamiento es conveniente conocer para saber cuidarlas.

En esta entrada veremos los elementos que intervienen en la nutrición de la planta, cómo fabrica su propio alimento, cómo obtiene la energía para su crecimiento y desarrollo y cómo obtiene los elementos para llevar adelante todas sus funciones.

Las plantas, al no poder desplazarse, elaboran su propio alimento y tienen que adaptarse al ambiente en el que viven, por lo que están muy especializadas; de tal manera que si cambia de manera importante las condiciones ambientales a las que están adaptadas, lo más probable es que mueran.

Esto implica que cada planta vivirá mejor en su ambiente habitual y que si queremos cultivarla en otro ambiente tendremos que imitar su ambiente natural.

Los elementos de la vida.

Como ya intuyeron en la antigüedad, la tierra, el aire, el fuego y el agua son los elementos básicos donde se contiene la vida. En estos cuatro elementos se contiene lo que necesitan las plantas para vivir

fotosíntesis en las hojas
Las plantas obtienen los elementos necesarios para fabricar su alimento del medio que les rodea, del aire y del agua obtienen el hidrógeno, el oxígeno y el carbono; el resto de elementos lo obtienen del terreno en el que están situados, siendo el nitrógeno, el fósforo y el potasio los elementos que más consume y por lo tanto los que más necesitan reponerse. El sol es imprescindible para realizar la fotosíntesis por la que fabrican la glucosa necesaria para la respiración celular.

Fotosíntesis.

Para realizar la fotosíntesis las plantas tienen que recoger dióxido de carbono del aire y de su propia respiración y agua del suelo y la atmósfera, y con la acción de la luz solar se produce una reacción química que produce hidratos de carbonooxígeno y energía.

La fotosíntesis se realiza sobre todo en las hojas y tallos verdes, utilizando la clorofila que se localiza en los cloroplastos de la célula vegetal.

Estomas en el envés.

 Respiración.

 Mediante la respiración celular, las plantas utilizan los hidratos de carbono  fabricados en la fotosíntesis y el oxígeno del aire para fabricar la energía necesaria, obteniendo además dióxido de carbono y agua. El intercambio de gases entre la planta y el medio se produce en los estomas y lenticelas, situados en el envés de las hojas, el tallo y las raíces.

La respiración se produce en todas las partes de la planta.


Otras funciones.

Para la realización de las restantes funciones vitales (crecimiento, caída y reposición de hojas, floración, fructificación) en las plantas intervienen diversos elementos químicos que constituyen los nutrientes esenciales.

Además de los ya mencionados carbono ( C ), hidrógeno (H) y oxígeno (O) para la fotosíntesis y la respiración que obtiene del aire y el agua, necesita para el resto de funciones vitales gran cantidad de nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K); en menor medida, calcio (Ca), Azufre (S) y magnesio (Mg); y aún en menor cantidad, hierro (Fe), manganeso (Mn), cobre (Cu), zinc (Zn), boro (B), molibdeno (Mo), cobalto (Co) y cloro (Cl); todos estos elementos los obtiene de la tierra.

Conocer estos mecanismos nos va a servir para saber cómo debemos cuidar nuestras plantas.

Los procesos vitales de las plantas tienen una periodicidad ajustada al ciclo climático del lugar. En las zonas templadas, donde se suceden las estaciones, la actividad vital es muy elevada en primavera y verano (desarrollo de hojas, floración, fructificación) y mucho menor en otoño e invierno; esos momentos de reposo de las plantas son los que deberemos aprovechar para los cambios que queramos hacer (poda, trasplante, …)

Tierra.

La planta se inserta en la tierra a través de la raíz, que tiene una estructura adecuada para que la planta se mantenga anclada y poder absorber lo que necesita.

Nutrientes.

De los nutrientes mencionados, los que consume en mayor cantidad son el nitrógeno, el fósforo y el potasio los que se agotan y por lo tanto deben reponerse. El resto de nutrientes no suele ser necesario reponerlos porque la planta no suele agotar los que de manera natural existen en la tierra.

Por lo tanto, cuando cultivamos las plantas en el terreno, ya sea jardín o huerto, o si cultivamos en maceta o jardinera, debemos regenerar la tierra mediante los abonos.

Tipos de tierras.

El terreno por su composición y estructura puede ser:

sustrato universal

Arcillosas: retienen bastante el agua, son pesadas y se apelmazan con facilidad, se endurecen y compactan.

Arenosas y pedregosas: retienen muy poco el agua.

Calizos: se erosionan y disgregan con facilidad, retienen poco el agua.

Humíferos: contienen abundante materia orgánica, retienen bien el agua sin inundarse y mantienen una buena temperatura.

Mediante un sencillo experimento podemos observar el grado de retención del agua en nuestro terreno. Cortamos en una botella de plástico un tercio de la parte superior, la giramos y encajamos en la parte inferior, rellenamos con la tierra el embudo que se nos ha formado y vamos vertiendo agua, observando cómo se va filtrando a la parte inferior de la botella.

También podemos medir el pH del suelo que va a determinar la facilidad que va a tener la planta para poder absorber los nutrientes del suelo.

medir el pH del suelo

Las tierras tienen diversas características, su composición (arcillas, calizas, areniscas, humus), su pH (ácido o básico), que nos indican su cualidad para cultivar las plantas. Según la característica del terreno debemos intervenir para corregir esas características; es lo que se llama enmiendas, se aportan elementos para mejorar la capacidad de la tierra para cultivar plantas.

El que un terreno tenga una característica u otra va a determinar el que la planta absorba mejor o peor los nutrientes que necesita, no es suficiente con que los elementos estén en el terreno, sino que la planta pueda asimilarlos.

Si vamos a cultivar en maceta o jardinera utilizaremos un sustrato universal que podemos comprar en cualquier establecimiento.

Abonado.

No todos los sustratos tienen la misma calidad, pero lo habitual es que tengan la estructura y los nutrientes necesarios para mantener una planta; pero no tienen nutrientes para toda la vida, lo habitual es que sea suficiente para tener la planta bien durante dos o tres meses, a partir de ese tiempo lo más normal es que sea necesario que tengamos que abonar la planta cada cierto tiempo (indicado en las recomendaciones del abono utilizado).  Otra forma de recuperar los nutrientes será ir renovando la tierra de la maceta.

Si cultivamos en el terreno, tendremos mayor reserva de nutrientes y lo más habitual es abonar un par de veces al año, antes de la siembra y antes de la mayor etapa de desarrollo de la planta.

Si necesitamos corregir el pH de la tierra porque nuestro terreno es ácido, se utilizan diversos compuestos de cal, (la ceniza también eleva el pH); y si es alcalino o básico, compuestos de azufre o hierro.

Agua.

riego con programador
Además de los nutrientes las plantas necesitan absorber agua por las raíces, aunque también puede absorber humedad por la parte aérea.

 El agua debe ser la necesaria para mantener la proporción de agua de la estructura vegetal  y para la realización de los diversos procesos vitales; pero en la tierra no debe ocupar todos los espacios que rodean las raíces permanentemente, ya que las raíces necesitan absorber oxígeno de la tierra.

riego por microaspersión
Riego.

La combinación de estas circunstancias son las que van a determinar una de las preguntas más habituales de los que adquieren una planta, ¿cada cuánto tiempo hay que regarla?

La respuesta es imposible, depende de la estructura de la tierra (filtra mucho o poco el agua), y de la evaporación (exposición de la planta al sol, temperatura y humedad ambiental).

Aire.

Del aire la planta va a captar dióxido de carbono y oxígeno para los procesos de fotosíntesis y respiración que hemos visto.

experimento del oxígeno
Temperatura y humedad relativa.

Las principales características que vamos a encontrar en el aire donde se encuentran nuestras plantas es la temperatura y la humedad relativa. Son dos valores que debemos de tener en cuenta para decidir el tipo de plantas que podemos cultivar. 

En el envés de las hojas y las zonas verdes del tallo se encuentran los estomas y en toda la planta las lenticelas que se encargan del intercambio de gases para la fotosíntesis y la respiración. A través de ellos también se regula el vapor de agua.

En el envés de la hoja se produce mayor evaporación, por eso no quedan expuestos al sol directo. Las plantas que están expuestas a muchas horas de sol y altas temperaturas tienen mecanismos propios para evitar la excesiva evaporación (espinas, cierre de estomas, …)

circula el aire entre las ramas

El aire debe circular fácilmente por todas las zonas de la planta, por lo que deberemos eliminar hojas y ramas que impidan la oxigenación de la planta.

Las raíces de las plantas también necesitan respirar, absorber oxígeno, por lo que la tierra donde se encuentra no debe estar aplastada, sino ahuecada para que pueda tener reservas de oxígeno; las lombrices y otros animales que remueven el suelo realizan una función imprescindible de oxigenación de la tierra.

Fuego.

El fuego de los presocráticos griegos está representado por el sol, la luz solar. 

la luz solar y la floración
La luz solar tiene una doble composición, ondas y fotones. La diferente longitud de onda da lugar a los colores en la luz visible, además están los infrarrojos y ultravioleta en la parte no visible de las ondas de la luz solar.

En nuestra zona geográfica, con el paso de las estaciones, va cambiando tanto el tiempo de luz solar como su composición, esto actúa de manera directa en el desarrollo de las plantas.

Las plantas disponen de unos órganos fotorreguladores que controlan la cantidad y calidad de luz y el tiempo en que lo reciben. Al conocer el tiempo e intensidad de luz, adaptan sus funciones a esas circunstancias.

Cuando reciben poca luz, se alargan los tallos o se inclinan en busca de los rayos solares.

Las plantas de hoja caduca reducen al máximo la actividad durante el invierno, por lo que sus necesidades de luz son muy bajas, en consonancia con la luz natural de su entorno.

Las plantas tropicales (muy utilizadas como plantas de interior) viven a la sombra de los grandes árboles tropicales, por lo que no están adaptadas a recibir directamente la luz del sol.